En España hay una tradición antigua sobre el personaje que vamos hablar ahora: EL RATÓN PÉREZ .
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Un personaje de cultura popular muy conocido entre los más pequeños.
El Ratoncito Pérez es un personaje de leyenda popular en los países hispanohablantes.
Entre los anglosajones se conoce como el hada de los dientes (Tooth Fairy) y en Francia”Ratoncito” (la petite souris), en Italia “Topolino” o “Topino” (Ratoncito) o “Fatina” (Hadita).
En España según las comunidades: en Cantabria es “L´Esquilu de los dientis” (La Ardilla de los dientes), en Cataluña “l’Angelet” (el Angelito) y en el País Vasco “Maritxu teilatukoa” (Mari la del tejado).
La tradición en algunos sitios es tirar los dientes de los niños a los tejados de las casas. Como en los países asiáticos: India, Japón, Corea y Vietnam.
También se puede mandar a un lugar inferior (depende si es diente es de arriba o debajo de su boca) mientras el niño pide el deseo.
En países de Oriente Medio, como Irak, Jordania, Palestina, Egipto y Sudán se lanza el diente hacia el Sol o hacia Allah según una narración del siglo XIII.
El origen nos llega en el siglo XVIII de un cuento francés de la autora la baronesa d’Aulnoy.
Su título: El Buen Ratoncito (La Bonne Petite Souris).
Narra la historia de un hada que se transforma en un ratón que se esconde bajo la almohada de un niño que cuando se le caen todos los dientes ayuda a derrotar a un malvado rey.
En España, Benito Pérez Galdós hablaba de el en su obra”La de Bringas”.
Nombra al ratoncillo, se le compara con el personaje de una persona tacaña.
Pero de donde es más conocido es de la mano del jesuita Luis Coloma.
Autor de obras como: Pequeñeces o Jeromín entre otras.
Nos narra esta historia encargada por Palacio Real de Madrid para Alfonso (al que Reina María Cristina llamaba Rey Buby como apodo cariñoso).
En el, se muestra al ratón que vivía con su familia en una caja de galletas, en el almacén de la confitería Prast número 1 (hoy el número ocho de la calle del Arenal).
Al ratoncito le gustaba explorar fuera de su caja y correr aventuras a través de las cañerías de la ciudad.
De esta forma, llegaba a las casas de todos los niños, despistando a los gatos sus más feroces enemigos.
Así nos describe el autor el encuentro del rey con el Ratón Pérez:
“El rey niño Buby I colocó su diente debajo de la almohada, como es
costumbre hacer, y esperó impaciente la llegada del ratoncito. Ya se había dormido cuando un suave roce lo despertó”.
Al rey le dejo un toisón de oro, mientras que a los más pobres los cubría con otro tipo de chucherías según su situación.
Su portada fue ilustrada por Mariano Pedrero en 1911.
Pablo Buscarini, titulada: “Pérez, el ratoncito de tus sueños”.